Salimos de Los Roques con la certeza de que Las Aves no nos iban a defraudar y así fue. Tan solo 16 millas nos separaban de Aves de Barlovento, la travesía fue tranquila con 20 nudos de viento por popa, una maravilla.
Aves de Barlovento es un conjunto de islas con mucho manglar, pobladas de muchísimos pájaros.
Fondeamos lejos para evitar sus excrementos y el fortísimo olor. El sitio es impresionante, las aguas azul turquesa, los fondos llenos de coral vivo y muy poblado de todo tipo de peces tropicales.
Nos encontramos con el Huaiqui de Simone y Agustín que llevaban aquí un mes. Con ellos conocimos rincones imposibles de localizar, buceamos sus arrecifes y pescamos.
Los que por aquí pasan, dejan su nombre tallado.
Fondeados con el Huaiqui.
Un pequeño accidente aceleró nuestra salida de Aves de Barlovento. Agustín se clavó un anzuelo con la mala fortuna de quedar incrustado dentro de la mano e imposible de localizar. Sabíamos que en Aves de Sotavento había un destacamento de La Guardia Costera Venezolana y allí nos dirigimos con la esperanza de que tuviesen algún personal sanitario y material quirúrgico mínimo para abrir la mano y poder extraer el trozo de anzuelo. Así fue y un enfermero con mucha experiencia, anestesia local, bisturí y pinzas de todo tipo, consiguió después de un buen rato extraer el dichoso anzuelo y devolver la sonrisa al angustiado Agustín.
Aves de Sotavento, no tiene aves, sus islas apenas tienen vegetación; pero sus fondos son impresionantes.
El destacamento de la Guardia Costera se encuentra en la isla sur y nos han permitido desembarcar y recorrer la isla, eso sí acompañados en todo momento.
Pocos días antes de nuestra llegada, encalló cerca un catamarán francés. La Guardia fue al rescate, la tripulación abandonó el barco y buena parte del aparejo fue desmontado por los guardias. Nos mostraron lo que tenían y aprovechamos la ocasión para comprar un Kayak, una vela, un winche, cabos, poleas, etc. por un precio increíble.
Los días pasaban y teníamos que dejar este lugar y dirigirnos a Curacao donde nos reuniríamos con el Lydia M de Vero y Javi, que nos estaban esperando.
Curacao, antigua colonia holandesa, es un lugar agradable y con todo lo que un lugar europeo puede ofrecer. Necesitábamos avituallarnos y disfrutar de nuevo de las ventajas de la civilización.
Fondeamos a treinta minutos en autobús de la capital; pero disfrutamos de todo lo que éste lugar nos ofrecía, acompañados de buenos amigos.
En Curacao hablan Papiamento, un idioma mezcla de Holandés, Inglés, Español y Portugués. Aquí tenéis una curiosa muestra.
Con una estupenda cena en nuestro catamarán, dimos por concluida nuestra estancia en Curacao y nos dirigimos a Colombia. Tendríamos que navegar una de las cinco zonas más duras del mundo, pero esa ya es otra historia. Seguiremos contándolo.
Hasta pronto.
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